Liturgia y Biblia.
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Liturgia y Biblia.
La palabra de Dios, contenida en la Biblia, no es una realidad que resonó hace siglos, cuando fue anunciada por boca de los profetas, evangelistas, etc., y que después ha dejado paso al silencio, sino que continúa resonando en los oídos de los hombres. La lectura de la Biblia es y será siempre ocasión de encuentro con Dios que, a través de ella, nos habla. El hombre que lee hoy la B. se acerca a Dios, tanto si lee o escucha su palabra en una lectura privada o individual como si lo hace comunitaria y litúrgicamente. Particular relieve tiene la lectura de la B. en la Liturgia. Ciertamente el centro de la Liturgia lo constituyen los Sacramentos, pero la vida sacramentarla está basada y penetrada en y de la S. E.; por eso, como preparación para la administración de los sacramentos, se dedica particular espacio a la lectura de la Biblia Lectura litúrgica que tiene además una peculiar eficacia, porque es un acto de la Iglesia.
Esa centralidad de la Biblia exige además que toda la predicación cristiana deba basarse en ella. Así lo ha enseñado siempre la Iglesia: «Los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, después de recorrer ellos mismos con diligente estudio las sagradas páginas, después de hacerlas suyas por la oración y la meditación deben exponer celosamente al pueblo esta soberana riqueza de la divina Palabra en sermones, homilías, exhortaciones; confirmar la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los libros sagrados; ilustrarla con preclaros ejemplos de la historia sagrada, sobre todo, del Evangelio de Cristo Nuestro Señor» (Pío XII, Enc. Divino Afflante Spiritu, 26). El Conc. Vaticano II reafirma esta orientación bíblica: «Es necesario que toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura y se rija por ella» (Const. Dei Verbum, 21).
Todo cristiano, en cuanto que se alimenta de la enseñanza de la Iglesia, conoce el contenido de la B., y eso aun en el caso de que no la lea directamente, ya que la está escuchando constantemente en la predicación. De todos modos, aparte de ese conocimiento de la B. a través de la predicación de la Iglesia, siempre ha sido recomendada la lectura directa de la misma. Recuérdense los consejos de S. Agustín: «Léela con frecuencia escribía a Eustoquia; que el sueño te sorprenda con el libro en la mano y que al inclinarse tu cabeza la reciba la página santa»; o lo que escribía a sus ermitaños: «Leed las Escrituras, leedlas para que no seáis ciegos y guías de ciegos. Leed la Santa Escritura, porque en ella encontraréis todo lo que debéis practicar y todo lo que debéis evitar». Es la enseñanza del Conc. Vaticano II: «El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles… la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Philp 2,; pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo (S. jerónimo). Acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan llena del lenguaje de Dios; en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones o con otros medios que para dicho fin se organizan…» (Dei Verbum, 25).
Que el Señor nos bendiga.
Antonio Javier.
Esa centralidad de la Biblia exige además que toda la predicación cristiana deba basarse en ella. Así lo ha enseñado siempre la Iglesia: «Los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, después de recorrer ellos mismos con diligente estudio las sagradas páginas, después de hacerlas suyas por la oración y la meditación deben exponer celosamente al pueblo esta soberana riqueza de la divina Palabra en sermones, homilías, exhortaciones; confirmar la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los libros sagrados; ilustrarla con preclaros ejemplos de la historia sagrada, sobre todo, del Evangelio de Cristo Nuestro Señor» (Pío XII, Enc. Divino Afflante Spiritu, 26). El Conc. Vaticano II reafirma esta orientación bíblica: «Es necesario que toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura y se rija por ella» (Const. Dei Verbum, 21).
Todo cristiano, en cuanto que se alimenta de la enseñanza de la Iglesia, conoce el contenido de la B., y eso aun en el caso de que no la lea directamente, ya que la está escuchando constantemente en la predicación. De todos modos, aparte de ese conocimiento de la B. a través de la predicación de la Iglesia, siempre ha sido recomendada la lectura directa de la misma. Recuérdense los consejos de S. Agustín: «Léela con frecuencia escribía a Eustoquia; que el sueño te sorprenda con el libro en la mano y que al inclinarse tu cabeza la reciba la página santa»; o lo que escribía a sus ermitaños: «Leed las Escrituras, leedlas para que no seáis ciegos y guías de ciegos. Leed la Santa Escritura, porque en ella encontraréis todo lo que debéis practicar y todo lo que debéis evitar». Es la enseñanza del Conc. Vaticano II: «El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles… la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Philp 2,; pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo (S. jerónimo). Acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan llena del lenguaje de Dios; en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones o con otros medios que para dicho fin se organizan…» (Dei Verbum, 25).
Que el Señor nos bendiga.
Antonio Javier.
Antonio Javier- Cantidad de envíos : 99
Fecha de inscripción : 22/10/2011
Re: Liturgia y Biblia.
Excelente mensaje mi estimado Antonio:
Pero hay algo importante y litúrgico en la Lectura Biblica:
No es un libro-novela, para leerla recostado en la cama un sofá o una hamaca. Es un Libro cuyo contenido mínimio debe leerse sentado, habiendose encomendado al Espiritu Santo y con cierto órden y compostura.
¿Pero es eso cierto y necesario?, claro, porque si se tiene el respeto de ponerse de pie con la entrada de un Simbolo Patrio, te estar de pie en el Canto del himno nacional de nuestro pais... ¿Cuanto no con el LIBRO que contiene el TESTAMENTO DE DIOS... (Testimonio Escrito de la Palabra)...
¿Que tanto respeto merece la Biblia?, el suficiente respeto como se lo merece todo Objeto Sacro... Y si leemos la Biblia nos daremos cuenta que Tanto respeto pide Dios a las Cosas Santas...
Saludos,
Damián.
Pero hay algo importante y litúrgico en la Lectura Biblica:
No es un libro-novela, para leerla recostado en la cama un sofá o una hamaca. Es un Libro cuyo contenido mínimio debe leerse sentado, habiendose encomendado al Espiritu Santo y con cierto órden y compostura.
¿Pero es eso cierto y necesario?, claro, porque si se tiene el respeto de ponerse de pie con la entrada de un Simbolo Patrio, te estar de pie en el Canto del himno nacional de nuestro pais... ¿Cuanto no con el LIBRO que contiene el TESTAMENTO DE DIOS... (Testimonio Escrito de la Palabra)...
¿Que tanto respeto merece la Biblia?, el suficiente respeto como se lo merece todo Objeto Sacro... Y si leemos la Biblia nos daremos cuenta que Tanto respeto pide Dios a las Cosas Santas...
Saludos,
Damián.
Damián- Cantidad de envíos : 700
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