¿Existe el Infierno?

¡No es así!
¡No existe tal cosa! Al menos no como la gran mayoría de la gente lo percibe, a saber, como un lugar rodeado de fuego, torturando a los culpables y con el Diablo y sus demonios bailoteando alrededor, disfrutando del castigo judicial eterno de sus residentes quienes, a su vez, sufren la pena en calidad de hilachos colgantes.
Veamos una prueba contundente: todos creemos en el Señor Jesucristo, ¿no es verdad? Pues bien, cuando él entregó su vida perfecta por todos nosotros, leemos en Hechos 2:24, 27 lo siguiente: "Pero Dios lo resucitó desatando los dolores de la muerte, porque no era posible que él continuara retenido por ella" y "Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que el que te es leal vea corrupción". Notemos que entre ambos versículos se relacionan entre sí las palabras "muerte" y "Hades". Esta última, en conformidad con la influencia griega que imperaba en Israel durante el siglo I de nuestra era, se traduce "infierno". Adicionalmente, sabemos que el cuerpo del Señor Jesucristo fue colocado en una tumba perteneciente a José de Arimatea, un discípulo de Cristo que era rico en sentido material. Entonces, ya tenemos los ingredientes principales para una buena conclusión: el "infierno" en el que se hallaba Jesucristo, del que habla el apóstol Pedro en ambos versículos citados, no es otra cosa mas que el sepulcro, la muerte, la tumba, el lugar a donde todos tenemos que ir algún día (Eclesiastés 9:10).
Si estoy equivocado, que alguien me aclare esta postura. Sin embargo, considere ésto mi posible discrepador: Si de verdad existe un infierno de fuego dominado por el Diablo, y el señor Jesús fue a este infierno literal, tal y como lo describe el segundo versículo, entonces pregunto: cuando Jehová Dios resucitó a su Hijo Jesucristo, ¿el Diablo, a quien le hubiera gustado muchísimo retenerlo, estaba trabajando para Jehová?
No se extravíen, queridos lectores. El Clero Católico no tiene idea siquiera de su propia religión.

Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5, 22.29; 13, 42.50; Mc 9, 43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí, malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).

LUCAS 16:19-24. ... Y EN EL HADES ALZÓ SUS OJOS ESTANDO EN TORMENTOS....ENVIA A LAZARO PARA QUE MOJE LA PUNTA DE SU DEDO EN AGUA; PORQUE ESTOY ATORMENTADO EN ESTA LLAMA. Y TODOS LOS TEXTOS ANTERIORES POSTEADOS POR ANTONIO JAVIER